29 noviembre 2012

La Prisionera - Cap. 17





Capítulo 17

Joder, .......... aquella voz parecía el panadero.

Me levante de golpe, abroché mejor mis pantalones.

Quieta aquí, no muevas ni un músculo - le dije - y silencio, mucho silencio.

Salí de la habitación pisando despacio, no quería hacer ruido, quizás no era aquí, quizás fuese una equivocación. Pero cuando estaba a medio pasillo y a la altura de la puerta de la cocina.................. pon pon  ponponpon sonaron de nuevo en la puerta sus golpes...........

- Abre, se que estas ahí, déjame pasar yo también quiero compartir tu trofeo........... - dijo con aire burlón -, ............ sin duda........... era el panadero, mi contacto, con quien había hablado el día anterior.

Me detuve en la cocina y miré buscando la pistola. Donde dejé la puta beretta de los cojones, no la veía, sólo vi. el cuchillo bowie en la encimera. Lo cogí y lo calé entre el cinturón y el pantalón a mi espalda, saqué del todo la camisa por fuera del pantalón para cubrirlo y me dirigí hacia la puerta.

Quien es? - dije - aun a sabiendas de quien era.

- Ya sabes quien soy, Antuan el panadero, venga abre no seas egoísta - digo - y ponponpon golpeo aun con mas fuerza en la puerta.

Estaba montando un escándalo tremendo, no quería ese tipo de "publicidad"........... así que solté los cerrojos de la puerta y entreabrí la puerta. El empujó y se abalanzó en el interior de un golpe. Cerré la puerta.

- Buenoooo y donde esta es furcia croata ehhh? No ta la habrás follado y deshecho de ella sin dejar un poquito para Antuan ehhhh? - dijo -

Cállate y vete Antuan, este no es un buen momento, vete ahora mismo.....

- No, yo de aquí no me voy sin echar un buen polvo, donde esta esa guarrilla..........  y se dirigió hacia las habitaciones abriendo las puertas en busca de la chica.

Basta ya, - le dije  agarrándole por el abrigo y sujetándolo contra la pared - vete ahora, déjame en paz, limítate a hacer tu trabajo y yo haré el mío.

- No amigo no - me dijo -, te tengo cogido por los huevos y tu harás lo que yo diga...............

En aquel momento la rabia hizo cambiar mi conmutador a "modo combate" y con el antebrazo y el codo solté un formidable codazo en la cara de Antuan como preludio de mis intenciones........ El se soltó de mi ínuca mano que lo retenía y tambaleándose se dirigió hacia la puerta balbuceando - esto no quedará así Kyril, esto no quedará así............. te lo prometo...... -

Pero mi "modo de combate" estaba en "on", con mi mano derecha cogí el bowie de mi cintura y me abalancé sobre su espalda sujetando su cuello con mi brazo izquierdo. Cuchillo en plano y de una estocada entro entre las costillas y por la izquierda de la columna hasta donde permitía su empuñadura, un giro seco en su interior y salida escorada hacia la izquierda.

Mi boca le susurró al oído, tranquilo Antuan, recuerdas .......... soy un profesional, esto durará sólo unos segundos........

El trataba de toser mientras se ahogaba en su propia sangre. La estocada había seccionado su corazón, pulmón y esófago probablemente. Le falta el aire y la sangre salía a borbotones por la boca escurriendo por mi brazo que sujetaba su cuello con fuerza.

Poco a poco su cuerpo pesaba más y se deslizaba entre mis brazos hasta llegar al suelo. Lo solté. Allí quedo acurrucado en el suelo mientras yo lo miraba de pie. Mi mano iba cesando en la presión sobre la empuñadura del cuchillo y mi cuerpo pasaba al "modo reposo".

Me dí media vuelta y entré en la cocina, lavé el filo del cuchillo en el fregadero. Los rayos de sol que entraban por los ventanucos incidían sobre el filo del cuchillo que pasaba del rojo intenso al gris metal. La sangre se arremolinaba en el sumidero de aquel fregadero de granito blanquecino, dibujaba una espiral en sentido contrario a las agujas del reloj y arrastraba con ella mis esperanzas de salir indemne de aquella situación. No sólo había albergado a una enemiga a los ojos de mis "colegas", sino que además había acabado con uno de los míos. Pero quien eran los míos, quien eran los otros, quien era yo y porqué todo esto. Volvían las eternas e incontestadas preguntas.

Mientras lavaba el cuchillo y manos, vi de reojo la pistola beretta, estaba debajo de la mesa de la cocina. Me agaché y la cogí. La sopesé en la mano, todavía seguía enchufado en "modo combate", le quité el seguro de corredera y la armé, tclan-tclan, sonó. La bala entró en la recamara y estaba lista para usar................

Giré bruscamente y me dirigí a la habitación entrando de golpe. Ella estaba acurrucada sobre la cama, sentada en la almohada con sus piernas recogidas por sus brazos en cuclillas. Su cabeza apoyada en sus rodillas, su pelo cubría su cara ................. Me situé delante de ella lateralmente.............. ahora si, mis ojos encendidos por unas venas enrojecidas por la tensión, ............ le apunté a la sien. Mi dedo pulgar sujetaba el martillo percutor redondeado y característicos de la berettas, sentía sus estrías.................

Eres un verdadero problema - le dije -, ya sabia su nombre, pero no lo quise pronunciar, eso le identificaba, su nombre le ponía personalidad y no quería matar una persona yo sólo abatía objetos, dianas, objetivos. Y mi dedo índice apretó el gatillo...................

Click, sonó, al liberarse el diente del percutor,.......... pero no hubo disparo. Mi pulgar retuvo el martillo. Quizás aquel nombre, Paola, aquel nombre bloqueaba mi mente. Ya no la veía como un objetivo, una diana, un objeto, ............ era Paola, una mujer.

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